lunes, 4 de noviembre de 2019

El diamante

Estaba pensando en las cosas que tengo que hacer hoy y de pronto me di cuenta: este día es único en la eternidad. No sé si cambiará lo que haga (tal vez también) pero seguro cambiará la manera. Llevo un diamante, llevo un diamante. ¡Abran paso! ¡Abran paso ustedes los miedos que dicen ser míos! ¡Abran paso dudas inútiles, cuentas pendientes! Tengo que llevar este diamante a un lugar que desconozco. Soy su guardiana. La eternidad no volverá a repetir esta forma, este vigor que ahora tiembla bajo la lluvia, este paso que doy, este destino acurrucado en el diamante. Cuidar esta joya es también romperla, conocer ese destino, singular como el día. Ayer leí esta frase: "la dictadura de la corrección política". ¿Cuántas formas del deber ser me aprietan como espadas? Ahora mismo no tengo tiempo de responder. El diamante late en mi mano, me pide que lo estrelle contra el piso. Si lo hago puede que mi día se acreciente, que dé con una eternidad disparatada a cada hora. Ser la guardiana es no quedármelo para mí sino quebrarlo, entrar en su aventura.










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martes, 5 de febrero de 2019

Año nuevo chino

Hoy comienza el nuevo año chino. El Año del Chancho.
La consigna que me di un año atrás era armar un libro englobando realidad, ficción y posteos de FB que tuvieran su paradigma de unidad en el Año del Perro.
Los posteos de FB fueron haciéndose más y más esporádicos hasta desaparecer.
Hace unos días publiqué una foto con mi sobrina: obtuve muchos más likes que con los textos. Más allá de un núcleo duro y entusiasta (cuatro, cinco amigos facebookenaos), los textos sólo interesan a quienes habitualmente leen (muy pocos). Y quienes habitualmente leen es probable que no quieran perder su tiempo en las banalidades de FB. FB es un lugar para mirar. Por eso tal vez Instagram lo destronó. Una revista o suplemento de Sociales relativamente democrático. Sin directores ni editores.
Volví a trasladar mis petates al silencio de la hoja en blanco. Vinieron perros a festejarlo lamiéndome las pantorrillas. Otros me tiraron tarascones. Otros mordieron.
Así son los perros. No hay vacunas contra todos los tipos de rabia ni antídotos contra las babeantes lenguas rosadas. Ya sea en la pantalla o el cuaderno, la página en blanco pronto cruje y quien la mira con intención tarde o temprano salta a mundos extraordinarios.
Esos son los que me interesan.
La realidad puede ser tanto o más extraordinaria que la ficción. Pero si uno no ha aprendido a detenerse y mirar, resulta blanca y lisa como una página. O al revés: la profusión de caracteres, imágenes, ruidos, información, podría volverla ilegible, abducida por el negro desdén a que dio lugar lo demasiado.
No puedo hacer un balance del año. Ni siquiera tratándose del chino. Un año extraño.
Tampoco un balance de los textos incrustados en el año del perro. Los balances son para los contadores. Los otros contadores. Los números que dejan las historias son siempre deficitarios. No suman ni restan. No se dividen ni multiplican. No son arábigos ni romanos. Tienen otra grafía. La misma que tiene el amor.
O que tuvieron tus besos.