martes, 14 de enero de 2020

Mujeres

En una crítica a El caso de Richard Jewell, de Clint Eastwood, leo que el personaje de Kathy Scruggs, interpretado por Olivia Wilde, una periodista trepadora y de pocos escrúpulos, armó revuelo ya que "en el año 2019 no se pueden crear personajes femeninos complejos, solo completamente positivos".
Me parece bien que salgan a la luz los abusos, el sometimiento, el terror que vivieron y viven millones de mujeres en el mundo. Todo eso se tiene que erradicar. Pero por favor, no la complejidad. Yo he sido abusada por hombres, he sido violentada, maltratada, robada. Pero también maltraté a hombres que me quisieron. También ejercí un tipo de violencia imposible de comprobar y usé, pongámoslo así, mis "encantos femeninos" para obtener réditos que van desde un beso hasta un viaje, cien por ciento invitada por un varón. No puedo arrepentirme porque fueron actos de seducción admitidos por la otra parte y todavía sigue conmoviéndome que un hombre me corteje con una invitación a cenar.
El maltrato no tiene género. Lo puede sufrir una mujer por parte de un hombre o un hombre por parte de una mujer. Tal vez hombres y mujeres tengamos coreografiados pasos distintos para poder bailar juntos. Eso es maravilloso. Sigo prefiriendo bailar con un hombre que haga sus pasos mientras yo hago los míos y tratamos, además, de hacer algo juntos acompasándonos en la diferencia.
Pero ningún respeto hacia otro es posible si antes no se aprende el arte de respetarse a uno mismo. ¿Quién es ese "uno mismo"? En su descubrimiento tengo puesto mi esfuerzo y mis esperanzas. No soy lo que creo ser ni nada de lo que me dijeron.



No hay comentarios:

Publicar un comentario