viernes, 26 de enero de 2018

No vayas presumiendo por ahí

Suena el celular. Es un número no agendado. Pueden pasar dos cosas con los números no agendados: que alguien quiera venderme algo -lo más probable- o que alguien quiera tomar clases. Como hace ya un buen rato que estoy sacando bichos de las correderas, decido atender. Los bichos me dan miedo cuando están vivos y asco cuando mueren. Una voz masculina pregunta por mí y por cómo lo hace sé que no va a venderme nada. Le digo que sí, soy yo. Él me dice que es Julio Iglesias. Me quedo muda. Mi mamá era fan del cantante, explica. Y también de Julio Cortázar. Y el apellido, bueno, me vino por mi papá, como vienen los apellidos en general. Digo que por un momento me sentí confundida porque no parecía español. El hombre se ríe. Ya está acostumbrado a confundir, dice, sobre todo a las mujeres. Miro el trapo sucio en la mano y de golpe quiero volver a mis ventanas con sus insectos moribundos. Marcela me pasó tu teléfono, dice. Marcela es una alumna de hace años. Necesitaría que me saques a correr, dice. Solo no puedo. Siempre corrí algo: una pelota, un tipo con una pelota para tacklearlo. Hablamos un poco más. Está casado. El matrimonio lo hizo engordar. Me pregunta por mis honorarios. Dice así: tus honorarios. Le digo. Quedamos. Cuando corto pienso que tendría que haberle cobrado más. Nunca me corrió un hombre. Supongo que hay que ser veloz. Y yo nunca lo fui.


Me gustaMostrar más reacciones
Comentar

No hay comentarios:

Publicar un comentario