domingo, 3 de septiembre de 2017


Dos días después todavía le seguía dando vueltas al asunto. Googleé a DG, leí otras notas y reseñas, me compré el libro y también lo leí. Llegué a pensar que si me enamoraba de DG  -o mejor: si lograba que DG se enamorara de mí- entonces iba a estar en pie de igualdad con Mark. Hacia el final de esa semana “la mujer de al lado” tenía nombre (Tania) y profesión (cantante). Me pareció una combinación obscena.

     Le mandé a DG un mensaje a través del in box de Facebook. ¿Estaría dispuesto a revisarme unos textos? ¿Hacía él este trabajo? La respuesta fue amable e inmediata. Me indicó dónde daba talleres. En el de Palermo todavía le quedaba una vacante. Le agradecí pero le dije que mi novela ya tenía una extensión de 500 páginas, en el marco de un taller no iba a terminar nunca. Acordamos un encuentro en su casa.


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